Cardenal Pell: “Una religión demasiado fácil es una religión falsa”

03.10.2020

Por INFOVATICANA | 02 octubre, 2020

"La fidelidad a Cristo y a su enseñanza sigue siendo un requisito indispensable para un catolicismo fecundo, para cualquier renovación religiosa. Por eso son tan peligrosas las interpretaciones argentina y maltesa "aprobadas" de Amoris Laetitia". "Una mujer considera que el Señor me está haciendo reparar por McCarrick, al que he visto en muchas ocasiones. Sería feliz de contribuir un poco a esto, porque él ha causado mucho daño, agravado por el encubrimiento y su vuelta [a la vida pública] cuando Benedicto XVI dimitió".

El diario que el cardenal George Pell ha escrito en la cárcel será publicado en Estados Unidos en la primavera de 2021. En exclusiva para Italia, Il Timone ha publicado algunos pasajes que ha traducido y publicado Religión en Libertad. No tienen desperdicio:

Las condiciones de la reclusión

Algunas palabras sobre mi alojamiento en la celda 11, unidad 8 de la Melbourne Assessment Prison, donde estuve encerrado junto a un terrorista musulmán (creo que es el que ha cantado esta noche [jueves 14 de marzo de 2019] sus oraciones, pero tal vez me equivoque), y Gargasaulas, el asesino de Bourke Street [el 20 de enero de 2017, Dimitrious Gargasoulas atropelló deliberadamente con su coche a numerosos peatones en Bourke Street, en Melbourne, estando bajo el efecto de sustancias estupefacientes. Fue una masacre: 6 muertos y 27 heridos. Ha sido condenado a 46 años de aislamiento].

Fundamentalmente no sé quienes son. Por lo menos dos presos de las doce celdas gritan desesperadamente por la noche, pero no suele durar mucho. Es interesante cómo uno se puede acostumbrar a este ruido, cómo se convierte en parte del contexto. Estoy en una celda de aislamiento y tengo permiso para salir máximo una hora para hacer un poco de ejercicio y, también, para las visitas de los abogados, los agentes, los amigos, los médicos, etc.

Cada guardia es distinto en su capacidad de comprensión; sin embargo, todos son correctos, muchos de ellos cordiales, algunos amigables y disponibles. Puedo recibir cartas y llamadas telefónicas durante el tiempo dedicado al ejercicio. Mi celda mide siete-ocho metros; tiene más de dos metros de ancho en el lado de la ventana opaca, donde está mi cama. Es una buena cama, con un somier sólido y un colchón no demasiado delgado, sábanas, etc., y dos mantas. Como no se puede abrir la ventana, tenemos aire acondicionado [...].

En cuanto se entra en ella, hay dos estantes a la izquierda y una mesa para mi tetera y la televisión, y un espacio para comer. A lo largo del estrecho pasillo, a la derecha, hay un lavabo con agua caliente y fría, un inodoro alto con dos brazos (vista la condición de mis rodillas), y un plato de ducha firme con buena agua caliente. [...]

He pedido un poco más de espacio y más apto (respecto al patio que suelo utilizar actualmente) para caminar, volver algo más tarde al aislamiento y un poco más de compañía. Dado mi estatus, las últimas dos peticiones no son posibles y la única opción parece ser una celda con su propia zona para hacer ejercicio. (Jueves 14 de marzo de 2019).

Hoy, la capacidad de ver a Dios está ofuscada

Hoy han llegado 80 cartas (viernes 15 de marzo de 2019) y he necesitado dos horas para leerlas. Muy conmovedoras. Durante toda mi vida sacerdotal, salvo quizás los últimos cuatro años en Roma, siempre me ha fortalecido e inspirado la calidad de la fe de las personas a las que he servido. Muchas personas buenas, que suelen vivir su vida en silencio. Uno de los misterios de nuestra época es el crecimiento de la incredulidad, a veces en hombres y mujeres cuya vida moral es, o parece ser, irreprensible.

Agustín sostenía que nuestro corazón está inquieto hasta que no descansa en Dios, pero parece que muchos católicos no practicantes no sientan en absoluto ninguna inquietud al respecto, como si estuvieran felizmente sordos. Soy reacio a concluir que todos los que no creen no son buenos. Pienso en mi padre, que era un buen hombre, aunque sordo religiosamente, si bien a medida que el tiempo pasaba era más solidario con la Iglesia. [...].

A nivel general, creo que el amor al bienestar, a veces un auténtico materialismo, y la revolución sexual han ofuscado la capacidad de ver a Dios. Y muchas personas se sienten incómodas y sin paz, como se puede ver en los matrimonios rotos, en el alcoholismo, en las drogas, en la dependencia de la pornografía. Los profesores de nuestras escuelas están ahora en primera línea para intentar ayudar y sanar el sufrimiento de los niños de los errores y las derrotas de sus padres, o padres adquiridos, o "tíos".

Recuerdo la obra de una grafitera brasileña: los contratos de divorcios se escriben con las lágrimas de sus hijos. Sean lo que sean estas fuertes marejadas sociales, parte de los problemas de la Iglesia son autoinfligidos. Si Cristo es el Hijo de Dios, su enseñanza tiene una autoridad peculiar y su enseñanza, cuando es vivida, lleva a un florecimiento humano. [...].

Cuando creemos que podemos hacer las cosas mejor que Jesús, eliminando las enseñanzas difíciles o minimizando la oración, la fe, la cruz, etc. entonces no deberíamos sorprendernos porque la gente se vaya o no se adhiera. Una religión demasiado fácil es una religión falsa. ¿Qué quieren cambiar algunas fuerzas reformadoras en la Iglesia? Nunca enseñan todas sus cartas. Para mí fue una ocasión de despertar cuando le dije a un alto prelado europeo que el primer criterio para ser un buen obispo es testimoniar la fe católica y apostólica. Mi interlocutor reventaba de indignación y desaprobación.

Dios nuestro Padre, haz que seamos siempre fieles a tu Hijo, nuestro Redentor, y ayuda a los pastores de la Iglesia a ver que la única unidad católica se realiza en la tradición apostólica. La alternativa es la decadencia segura. (Sábado 16 de marzo de 2019).

La fidelidad a Cristo y a su enseñanza sigue siendo un requisito indispensable para un catolicismo fecundo, para cualquier renovación religiosa. Por eso son tan peligrosas las interpretaciones argentina y maltesa "aprobadas" de Amoris Laetitia. Ambas son contrarias a la enseñanza del Señor sobre el adulterio y las advertencias de San Pablo sobre las disposiciones necesarias para recibir adecuadamente la Santa Comunión. (Domingo 3 de marzo de 2019).

Reparación

Mi destino tiene serias repercusiones para la Iglesia, sobre todo en Australia, pero mayormente por mi defensa de la "cristiandad crucificada". Parece ser que hay pocas dudas sobre el hecho que mi conservadurismo social y la defensa de la ética judeocristiana hayan agudizado la hostilidad popular, sobre todo entre los laicistas militantes. Creo en la Providencia de Dios, nunca he elegido esta situación ni he intentado evitarla; pero heme aquí, y tengo que hacer todo lo posible para cumplir la voluntad de Dios. (Sábado, 9 de marzo de 2019).

Una mujer considera que el Señor me está haciendo reparar por McCarrick, al que he visto en muchas ocasiones. Sería feliz de contribuir un poco a esto, porque él ha causado mucho daño, agravado por el encubrimiento y su vuelta [a la vida pública] cuando Benedicto XVI dimitió.

La mujer espera que no me traten mal como le sucedió a San Juan de la Cruz, cuando sus hermanos religiosos lo encarcelaron. No me tratan mal. Esto me recuerda una conversación que tuve con el padre Kolvenbach, el superior general de los jesuitas, después de una controversia que tuve en la televisión con el provincial de los jesuitas en Australia [el padre William Uren] sobre la magnífica encíclica sobre la vida moral de San Juan Pablo II, Veritatis Splendor, en 1993 o 1994. Por lo menos, le dije al padre Kolvenbach, no soy como San Carlos Borromeo, que fue víctima de un intento de homicidio por parte de algunos religiosos de su diócesis. "Aún no", respondió. Gran lingüista, Kolvenbach ha sido un peso máximo desde el punto de vista intelectual, moral y, pienso también, espiritual, digno de guiar a los jesuitas, si bien me asombraron un par de declaraciones suyas. Estoy totalmente seguro de que en Roma ya no tengan, en conjunto, este refinamiento intelectual. (Martes, 19 de marzo de 2019).

Hoy han llegado otras 45 cartas (jueves, 4 de abril de 2019), que leo con gratitud. Hace unos días recibí una carta del padre Matthew Baldwin, un sacerdote de Melbourne que está haciendo su doctorado en Roma. Uno de los consuelos de hoy, en medio de esta tormenta, es que muchos sacerdotes jóvenes son espiritualmente firmes y teológicamente ortodoxos, al contrario de cómo éramos nosotros después del Concilio, en los años 60 y 70; entonces, a menudo, estábamos confusos e inquietos, con el olor de la revolución en el aire.

Matthew, un querido amigo, ha escrito que se sentía como si estuviera escribiendo a Tomás Moro o John Fisher, "si bien su encarcelamiento parece, a los ojos del mundo, mucho más ignominioso". Es verdad. Termina citando las palabras de Jesús a Pedro: "Cuando eras joven... ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo... otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras» (Jn 21,18). También esto es verdad.

A menudo las cartas hacen que me detenga y reflexione. Una mujer consideraba que "el inicio de nuestra persecución como católicos" ha sido cuando negué la comunión a quienes llevaban bufandas arcoíris en la catedral de San Patricio de Melbourne. [...]. Podría tener razón. Con el referéndum que ha decidido en favor del matrimonio homosexual, podemos esperar mayores presiones a nuestra libertad religiosa de enseñar, en nuestra escuelas, iglesias y parroquias, la doctrina cristiana sobre la familia, el matrimonio y la sexualidad.

Una de mis preocupaciones mayores son las consecuencias a largo plazo de mis problemas para la Iglesia en Australia. El daño a corto plazo es indudable, mientras los beneficios y bendiciones a corto plazo, y sobre todo a largo plazo, son más difíciles de discernir. Un abogado de Sydney me ha dado ánimos, repitiéndome las afirmaciones de otros que han hecho que en Cuaresma el número de personas que van a la misa diaria en las parroquias y en el Polding Center [edificio situado en Liverpool Street, Sydney, donde tiene su sede la archidiócesis] ha aumentado. La mujer ha añadido: "Créame cuando le digo que ya hay algo que se mueve en el corazón de muchos, que traerá frutos en el tiempo. Su periodo en la cárcel y su sufrimiento podrán bien ser una ayuda para su salvación". Sea como sea, las oraciones por mí de miles de personas no se perderán y acabarán, de alguna manera, en beneficio del Reino de Dios. (Lunes, 1 de abril de 2019).

Es necesario arrepentirse para que Dios pueda perdonar

La primera lectura del Breviario (sábado 23 de marzo de 2019) pertenece también al libro del Éxodo y relata la promulgación, por parte de Dios, de lo que hemos expresado de manera ordenada en los Diez Mandamientos (Éxodo, capítulo 20). De adulto, pero también cuando era niño, los consideraba esenciales. Hace cincuenta años, leyendo a Bertrand Russell, un conocido filósofo ateo, recuerdo que decía que los Diez Mandamientos son como un examen final con diez preguntas, de las cuales solo seis son necesarias para aprobarlo. Genial, pero demasiado cómodo.

En otra ocasión, mientras estaba explicando a una psicóloga que los Mandamientos son como una vía de tren o una autopista sobre la que viajar impulsados por el amor, me respondió que la campiña es más interesante que la autopista. ¡Se pueden ver muchas cosas desde un tren sin permanecer atrapados en el desierto!

Durante los dos sínodos sobre la familia, algunos han proclamado en voz alta que la Iglesia es un hospital o un puerto para los refugiados. Esta es solo una de las imágenes de la Iglesia, muy alejada de la más útil e importante, porque la Iglesia debe mostrar cómo no convertirse en enfermos, como evitar el naufragio y, para ello, los Mandamientos son fundamentales. Jesús mismo dijo: "Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor" (Jn 15,10).

La segunda lectura del Breviario (jueves 21 de marzo de 2019) es un pasaje de San Hilario de Poitiers sobre "bendito sea quien teme al Señor". El ala progresista no aprueba el temor de Dios, porque Dios es amoroso, comprensivo y perdona a todos. Ellos no siempre unen estos sentimientos a la premisa obvia de que uno debe arrepentirse antes de que Dios pueda perdonar. Recuerdo una condena vehemente del "temor del Señor" por parte de un obispo anciano y, en verdad, la mayoría de los obispos votó por borrar "el temor de Dios", o "del Señor", de las traducciones litúrgicas en uno de los encuentros de obispos australianos.

Hilario explicaba que el temor de Dios debía ser aprendido mediante la oración, la búsqueda de la sabiduría y la inteligencia, contrariamente a nuestro miedo natural de ser golpeados por la enfermedad, los peligros y los desastres naturales. Estoy a favor del temor del Señor, adecuadamente definido, y no porque yo crea que Dios sea cruel, imprevisible u hostil. En muchas conversaciones a lo largo de los años, en general empezaba con la enseñanza de las Escrituras de que "el amor perfecto expulsa el temor" (1Jn 4,18) y ninguno de nosotros puede decir que ama perfectamente.

Luces de esperanza en la confusión

Ayer (lunes de Semana Santa, 15 de abril de 2019), cuando estaba en el pequeño recinto para el ejercicio físico, rezando el rosario, [...], el prisionero del recinto de al lado empezó el canto de una oración islámica. Creo que es culpable de haber planificado un ataque terrorista; ambos creíamos seriamente en el único verdadero Dios, pero representábamos dos mundos lejanos en el modo de pensar.

Ninguna generación precedente ha sido capaz de distraerse continuamente como hace la generación actual. Es malsano y no favorece al equilibrio espiritual. Para gran parte de nuestros nuevos seminaristas es difícil dejar sus móviles a la entrada del seminario. Basta mirar a los adolescentes que caminan por la calle con las cabezas hundidas en ellos.

Es una bendición para la Iglesia y psicológicamente saludable que los jóvenes adultos amen a menudo el silencio, la vocación a la vida mística, la oración ante el Santísimo Sacramento.

Nunca me lo habría esperado, porque después del Concilio Vaticano II, dentro de la clase ilustrada (a la que sentía que yo pertenecía), se consideraba la celebración de la bendición y la adoración como algo fuera de lugar, restos medievales que había que rechazar. Ninguno de nosotros habría nunca considerado que fuera mínimamente posible que en Roma, en 2005, tuviera lugar un sínodo de los obispos sobre la Eucaristía, concluido con el Santo Padre, los obispos y el resto de participantes celebrando la bendición y rezando en adoración silenciosa. (Domingo, 7 de abril de 2019).

El clima era más bien fresco y nublado, pero estar fuera seguía siendo placentero. Esperaba este momento no solo por el ejercicio físico, que no es particularmente agradable dado el espacio limitado y sombrío, sino por el aire fresco, el hecho de estar en el exterior, de ver el cielo y las nubes y, en alguna ocasión, también el sol. Estas ocasiones, una buena ducha caliente, la televisión y la tetera, y también la cordialidad de los guardias, ayudan a hacer que la vida sea más soportable. (Martes, 10 de abril de 2019).

Traducción de Elena Faccia Serrano para Religión en Libertad.

Extraído de Infovaticana.com