Lecturas de hoy Viernes de la 5ª semana de Cuaresma
Lecturas de hoy Viernes de la 5ª semana de Cuaresma
Hoy, viernes, 22 de marzo de 2024
Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (20,10-13):
Oía la acusación de la gente:
«"Pavor-en-torno",
delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemos
y podemos vengarnos de él».
Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.
Palabra de Dios
Salmo del Día
Salmo 17
En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.
En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42):
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
El les replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: "¡Blasfemas!" Porque he dicho: "Soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio de hoy
Por el Padre Daniel Manzuc
Por Monseñor Munilla
PARA REFLEXIONAR
- Jeremías cuando fue llamado por Dios a su vocación de profeta era un muchacho y le tocó anunciar desgracias y catástrofes, si los hombres no se convertían. El suyo fue un mensaje mal recibido por todos, por el pueblo, por sus familiares, por las autoridades. Tramaron su muerte, y él era muy consciente de ello. Pero a pesar del drama personal que vive, triunfa en él la oración confiada en Dios.
- Jeremías es como una figura, un anticipo, un bosquejo de lo que será Jesús en los meses más duros de su vida: vigilado, perseguido, apedreado, caminando hacia la muerte salvífica.
***
- Con ocasión de la fiesta de la dedicación del Templo, que conmemoraba la victoria de Judas Macabeo con la que el pueblo fue liberado y el templo nuevamente consagrado, Jesús se paseaba por el templo, bajo el pórtico de Salomón y los judíos lo rodearon increpándolo para que les dijera si era verdaderamente el Mesías.
- Jesús les responde, invitándolos a que vean las obras que hace en nombre del Padre: ellas dan testimonio de su identidad. Jesús dice que su actuación y obra en el mundo se fundamentan en su unión con Dios.
- La calidad del hombre se prueba por la de sus obras; Él demuestra ser enviado e Hijo de Dios con las obras que realiza. Los que lo persiguen no pueden representar a Dios. Presentan y se glorían de tener credenciales jurídicas, mientras que las únicas que atestiguan una misión divina no son siquiera las palabras, sino las obras. De ellas se debe deducir la unidad entre Jesús y el Padre; ambos tienen el mismo objetivo, dar vida al hombre.
- Los judíos deberían dejarse convencer por las obras de Jesús. Pero sus cabezas están llenas de prejuicios y por eso rechazan a Dios en Jesús irritándose tanto que toman piedras para tirárselas. La lapidación era el castigo por gravísimos pecados, entre otros el de blasfemia.
- Los que rechazan a Jesús y buscan matarlo, no lo hacen por sus buenas obras, sino a causa de su pretensión de hacerse a sí mismo Dios, cuando no es más que un simple hombre. Entienden esa afirmación de Jesús como una blasfemia.
- Nuestra fe cristiana descansa, se apoya, en el testimonio de Cristo, Él es el revelador de Dios. La fe cristiana se transmite, no por evidencia, sino por testimonio. Cristo es testigo del Padre; los apóstoles son testigos de Cristo y nuestra fe descansa en su testimonio.
- Nuestras obras deben dar testimonio, de nuestra opción de vida cristiana, al igual que Jesús, nosotros realizamos las obras que Él mismo realizó a fin de llevar a cabo el proyecto del Padre para nuestro mundo. No se trata de hablar, sino de mostrar con nuestra propia vida que pertenecemos a Cristo, que su camino es nuestro camino, que sus proyectos son los nuestros, en fin que ya no somos nosotros lo que vivimos sino que es Cristo quien vive en nosotros.
- Como el discípulo no es más que su Maestro, tenemos el difícil desafío de afrontar la adversidad y la persecución como oportunidad para dar testimonio fehaciente de fidelidad a Jesús. La fe no es un blindaje que nos impide sentir la oposición, la burla, el dolor o la incomprensión. Tampoco es la anestesia que nos distrae mientras el mundo sigue rodando con violencia o crueldad.
- La fe es una luz sobrenatural que nos permite reconocer la fuerza de un amor que se ha entregado entero por nosotros, y que nos mueve más allá de nosotros mismos, a continuar "haciendo las obras buenas que hablan de Dios que ama al hombre y quiere su felicidad". En este camino el Señor está con nosotros. Este modo de vida nos hace partícipes de su Pasión y resurrección. En comunión con Él, estamos haciendo con nuestro andar por la vida, historia de Salvación.
PARA DISCERNIR
- ¿Nuestras obras hablan de nuestra opción de fe?
- ¿Nuestros proyectos son los de Cristo?
- ¿Los defendemos y realizamos con todo el corazón?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Yo te amo, Señor, mi fortaleza
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Cristo da la vida por sus enemigos
Meditemos profundamente sobre el amor de Cristo nuestro Salvador, «que ha amado a los suyos hasta el extremo» (Jn 13,1), hasta el punto que por su bien, voluntariamente, sufrió una muerte dolorosa y manifestó el máximo grado de amor que puede existir. Pues Él mismo dijo: «No hay amor más grande que el que da su vida por sus amigos» (Jn 15:13). Sí, este es el amor más grande que jamás se haya demostrado. Y sin embargo, nuestro Salvador nos dio uno mayor por que dio esta prueba de amor igual para sus amigos y sus enemigos.
¡Qué diferencia entre este verdadero amor y otras formas de amor falso e inconsistente que pueden encontrarse en este pobre mundo!… ¿Quién puede estar seguro, en la adversidad, de mantener a muchos de sus amigos, cuando nuestro Salvador, cuando fue arrestado, permaneció solo, abandonado de los suyos? ¿Cuándo tú te vayas, quién querrá ir contigo? ¿Si fueras rey, tu reino no te dejaría partir sólo para olvidarte tan pronto? ¿Incluso tu familia no te dejaría marchar, como una pobre alma abandonada que no sabe a dónde ir?
Así pues, aprendamos a amar en todo momento, como deberíamos amar: a Dios sobre todas las cosas y a todas las otras cosas a por Él. Por qué cada amor que no nos lleva a este fin, es decir, a la voluntad de Dios es un amor vano y estéril. Todo amor que dirigimos a un ser creado y que debilita nuestro amor hacia Dios, es un amor detestable y un obstáculo en nuestro camino hacia el cielo … Así que, como nuestro Señor nos ha amado tanto para nuestra salvación, imploremos asiduamente su gracia, temiendo que en comparación con su gran amor, a nosotros se nos encuentre repletos de ingratitud.
Santo Tomás Moro (1478-1535) – Tratado sobre la Pasión, Cristo nos amó hasta el extremo, homilía 1
PARA REZAR
Para estar en el camino del Señor
¿Quién será recibido en la casa de Dios?
¿Quién vivirá con él?
El que trata de practicar la justicia
y es auténtico en la búsqueda de la verdad,
el que no habla mal de los otros,
no hace mal a sus hermanos
ni trata de sacar ventaja de nadie,
ni insulta al prójimo.
A sus ojos
el mal intencionado no merece la admiración,
pero él respeta a los que aman a Dios.
Si ha jurado
no retrocede aunque salga perjudicado,
ni tampoco acepta la injusticia
para no perjudicar a los inocentes.
El que así proceda encuentra al Señor.